El
fallecimiento de Carmen Argibay
Por Carlos A. Chiara Díaz y Enzo Finocchiaro
Con mucha congoja, hoy sábado 10 de mayo de 2014, nos
sorprendió el deceso de Carmen Argibay, la primera juez de la CSJN nombra por un
gobierno constitucional y, por sobre todas las cosas, una luchadora contra todo
y todos, quizás muy a pesar de sí misma, en especial por la independencia del
Poder Judicial, la igualdad de género y el respeto irrestricto de la
Constitución Nacional.-
Nacida en el seno de una familia porteña de tradición
judicial conservadora -su padre, Don Manuel Agustín Argibay Molina, fue
ministro de Salud y Asistencia Social del gobierno antiperonista de Aramburu y
su tío (el padre del abogado penalista
Pablo Argibay Molina) fue uno de los creadores de la tristemente célebre
Cámara Federal en lo Criminal o “Camarón", un tribunal colegiado creado en
1972 para juzgar a los delitos cometidos por la “subversión”-, lo cual no
condicionó su brillante trayectoria profesional y académica.-
Congruente con ello, fue educada en un colegio de
monjas francesas, ni bien egresada inició su carrera judicial, allá por 1959,
como empleada interina del Juzgado Correccional de Letra “N”, donde ganó sus
primeros ascensos, pasando en 1964 al Fuero de Sentencia de Menores. Luego de un
año de dedicarse a la profesión, en 1966 regresó al Poder Judicial, ya como
secretaria interina del Juzgado de Instrucción nº2, para pasar al año siguiente
nuevamente al Fuero de Menores, siendo Secretaria Tutelar del Juzgado nº9.
En 1973 fue la primera mujer en ocupar la Secretaría
de Superintendencia de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional,
en la calle Viamonte. El golpe militar de 1976, al tiempo que arrasó con varios
miles de ciudadanos, la dejó cesante, en la calle, y luego fue detenida, pasada
a disposición del Poder Ejecutivo, probablemente por haber condenado
públicamente los fusilamientos de militantes en la Base Almirante Zar, de
Trelew (pese a que ni siquiera era peronista o militante política) o quizás por
albergar en su casa a varios perseguidos políticos. Estuvo nueve meses presa, y
cuando recuperó la libertad, se quedó en el país, ejerciendo la profesión y
manteniendo sus ideas republicanas en medio del vendaval antidemocrático.-
Ya en el gobierno de Raúl Alfonsín, se la nombró
jueza en el Juzgado Criminal de
Sentencia de Letra Q y en diciembre de 1988 fue ascendida a Jueza de la Cámara
de Apelaciones. Ni bien creado el nuevo procedimiento penal, en 1993, solicitó
el pase a un Tribunal Oral, donde estuvo hasta jubilarse en el año 2002.-
Resultó propuesta por Argentina como jueza ad litem para el Tribunal de la Yugoslavia,
donde jugó un papel importantísimo en la consolidación del concepto de
genocidio, y en las formas de investigarlo. En el año 2001 fue designada se la
designó por la Asamblea General de las Naciones Unidas y tuvo su primer caso en
el 2002. Allí se quedó hasta que en el 2004, Néstor Kirchner la nombró con
Acuerdo del Senado Ministra de la Corte Suprema de la Nación, jurando el 3 de
febrero de 2005, en medio de la aceptación general por sus condiciones y
trayectoria y sin contar con ninguna objeción seria.-.
También fue una destacada docente universitaria en
una gran cantidad de casas de estudios, donde siempre ocupó lugares
preferenciales en los concursos públicos de docentes, recibiendo el respeto y
la estima de colegas y estudiantes.-
Quizás su principal logro fue ser fundadora de la
Asociación Internacional de Mujeres Juezas (IAWJ), allá por 1994, presidiéndola
entre 1998 y 2000, para luego crear y presidir la Asociación de Mujeres Jueces
de Argentina (AMJA), en mayo de 2000, a la cual donó su actual sede, creando a
su alrededor un equipo aguerrido y homogéneo que ha ido expandiendo sus ideas
en diversos ámbitos.-
Asimismo, se la reconoce por haber sido la impulsora
de las Oficinas de la Mujer y de Violencia Doméstica de la Corte Suprema, en
compañía de su colega Elena Highton de Nolasco.-
De todo ello, Carmen Argibay nos deja el ejemplo
prístino de su lucha por el derecho, la igualdad de los ciudadanos del mundo,
sobre todo de los que menos tienen, por las víctimas, por esos silenciosos
padecientes que no son tenidos en cuenta en los ordenamientos procesales y en
algunas decisiones gubernamentales a los que ella recibía y escuchaba todos los
días con el mismo trato amical y además de su conducta insoslayable en la
aplicación de los preceptos básicos del régimen republicado y en la custodia a
través de sus fallos ejemplares de los institutos principales de la Carta
Magna, bregando por la independencia funcional efectiva del la CSJN ante los
poderosos y corruptos en una brega ponderable, sin pausas ni miedos que la
sociedad va a extrañar en estos tiempos difíciles, donde muchos retroceden y/o
guardan silencio ante la actuación de grupos mafiosos, que al socaire del poder
adquirido por el narcotráfico y el narcolavado pretenden corromper nuestra
cultura y el sistema de vida para quitarnos el futuro de libertad y dignidad
que nos legan los próceres fundadores.-
BLOG-SIC – 13 de mayo de 2014.